jueves, 6 de agosto de 2009

Digamos que


he vuelto a recoger flores. Fue durante mi breve estancia en Tequisquiapan, lugar que no había visitado desde el verano del 2006, recién llegada a México. Quise desconectarme un poco de todo. Leí un poquito de todo: La sombra de Innsmouth, de Lovecraft; Cuentos de Antología de cuentos de Samperio, unas traducciones de Octavio Paz de Williams Carlos Williams...Encontré un libro de cuentos diversos de los años 30s en el librero del búngalo donde nos hospedamos, el libro perteneció, según las firmas de las primeras páginas, a mi tío abuelo Hildebrando Rodríguez, luego a su hermana Carmen, mi abuelita. Me puse a leer el cuento de Pulgarcito, vaya cuento! tan chiquito y le pegan, lo persiguen, roba, entra en las entrañas de una vaca, casi lo cocinan con la morcilla, jajaja, yo de eso no me acordaba. El libro lo dejé ahí, aunque sería un objeto de valor para mi, pues tiene entre sus páginas recortes de florecitas coloreadas a lápiz, unos ositos también recortados de una revista, como si fuesen monitos para jugar...seguramente de mi abuela. Había otros libros firmados por mi tío abuelo Roque y mi tía abuela Ma. Teresa, pero ya no recuerdo de que eran, el que me gustó es el de mi abuelita, que al otro lado de la página, escribió un mensaje "al que llegase encontrar ese libro"...donde le pone el nombre completo, la dirección y un anticipado agradecimiento.

Comí chiles en nogada, nieve de mandarina, fresas con crema...las enchiladas queretanas, unos taquitos con unas tortillas...qué va! ríquisimos, yo creo que subí de peso, pero me relajé tanto. Caminamos, fuimos a Bernal, a Querétaro, anduvimos un poco de paseo, vimos una peli que se llama Desayuno en plutón, que no recuerdo detalles de actores ni director, en fin...pero al final, las flores...siempre.