Serie Los Paisas
Todo lo que ya había recobrado sentido en la vida de Lucila, no lo era igual en la vida de Ermilo. Para ella, la pareja era un fin necesario a causa de tantos años de convivencia con su exmarido. Para él, la pareja es aquella mujer que dejó en Tepeji, su única verdadera mujer. Cualquier otra es entretenimiento. Lucila se cansó. Presionó. Acosó. Y lo dejó. Ni ella supo de qué manera lo logró, porque le quería como un perro ama a su dueño.
Ermilo perdió su trabajo de carnicero-cocinero-panadero-chicharronero-barrendero-acomodador-criado donde ganaba sus cuatrocientos verdes semanales por doce horas diarias. La tienda quebró. No sobrevivió la ausencia de Jorge, el patrón, que ya había logrado conseguir un trabajo como bartender en una barra del inn.
Panes buscó al patrón en el inn y ahí se estableció el cuartel de planeación de estrategias financieras. Trescientos por cabeza que cruces. Otro tanto por cabeza que subas hasta el norte. La ruta no será la misma que la que hizo el Panes hace muchos años por Tecate. No. Ahora es conveniente la del cruce por el desierto de Nuevo México, son cuatro días de andadas a puro pinole. Caminar sólo de noche. De día bajo alguna sombra nada más. Guardar energías, esconderse. Luego la oscuridad total. A pasos rápidos y ciegos. Así le hace Chuy, el poderoso. Ahí esta la lana, Panes. Ya estuvo bueno de andar bien jodidos. ¿Ya viste a los otros como llegan con su fajo de dinero? Hasta la paisana, aquella güerita, quería entrarle. El panes mueve su cabeza despacio ondulandola un poco de lado a lado con la sonrisa de ancla y los mismos ojos de un niño antes de la travesura.
Todo lo que ya había recobrado sentido en la vida de Lucila, no lo era igual en la vida de Ermilo. Para ella, la pareja era un fin necesario a causa de tantos años de convivencia con su exmarido. Para él, la pareja es aquella mujer que dejó en Tepeji, su única verdadera mujer. Cualquier otra es entretenimiento. Lucila se cansó. Presionó. Acosó. Y lo dejó. Ni ella supo de qué manera lo logró, porque le quería como un perro ama a su dueño.
Ermilo perdió su trabajo de carnicero-cocinero-panadero-chicharronero-barrendero-acomodador-criado donde ganaba sus cuatrocientos verdes semanales por doce horas diarias. La tienda quebró. No sobrevivió la ausencia de Jorge, el patrón, que ya había logrado conseguir un trabajo como bartender en una barra del inn.
Panes buscó al patrón en el inn y ahí se estableció el cuartel de planeación de estrategias financieras. Trescientos por cabeza que cruces. Otro tanto por cabeza que subas hasta el norte. La ruta no será la misma que la que hizo el Panes hace muchos años por Tecate. No. Ahora es conveniente la del cruce por el desierto de Nuevo México, son cuatro días de andadas a puro pinole. Caminar sólo de noche. De día bajo alguna sombra nada más. Guardar energías, esconderse. Luego la oscuridad total. A pasos rápidos y ciegos. Así le hace Chuy, el poderoso. Ahí esta la lana, Panes. Ya estuvo bueno de andar bien jodidos. ¿Ya viste a los otros como llegan con su fajo de dinero? Hasta la paisana, aquella güerita, quería entrarle. El panes mueve su cabeza despacio ondulandola un poco de lado a lado con la sonrisa de ancla y los mismos ojos de un niño antes de la travesura.