Parte III
Serie Los Paisas
Es mejor conocerse que desconocerse. Descubrirse...
Mi historia nació por descubrirme. Fui muy joven cuando erré el camino y no me duele hasta ahora que estoy vieja. Descubrí mi propia historia una mañana que me reflejé en los espejos de los otros, como una mujer que no tenía...eso precisamente: historia. Al menos una historia tejida por mí misma. La historia que me conocen no es la que yo viví por voluntad propia. Ni siquiera mis palabras son como deben de ser, están escritas a la voluntad ajena. Con otros tonos que ni son los míos. Pero yo quise contar lo que se de mí, lo que conocí y no me importa con que palabras lo escriban.
Le dije a la señorita de la tienda que Ermilo era como mi pan de cada día. Todas las habladurías sobre él no me importan. Que gusta de cada mujer del pueblo que se le insinue. Que no es hombre de compromisos, que no es responsable...si si...pero al menos no toma, no golpea a las mujeres, no fuma, ay esa en mi lógica de felicidad. Un hombre así no puede ser malo. La señorita me dijo que cuidara mi corazón. ¿Cómo, si nunca me di cuenta de que tenía corazón hasta que conocí a Ermilo? No se cómo se puede cuidar algo que antes no conocía. Algo que al parecer es tan delicado...
--Señorita, dígame ¿qué piensa de Ermilo? ¿Cómo es él?
--Sra. Lucila, Ermilo tiene buenos sentimientos, pero no es hombre de una sola mujer...lo buscan muchas mujeres para pedirle dinero, para pedirle lo que sea y él es muy enamorado. Cuídese. No lo tome muy en serio.
--Es que ya estoy muy flechada, y él no me dice nada de nosotros. Me llama por teléfono todos los días. Yo espero su llamada con ansias, pero cuando hablamos, no dice nada. No me dice que quiere conmigo. No me dice de un futuro. No da color...no quiere casarse conmigo...